Una compañía de
consultoría realizó un diagnóstico acerca de la situación interna de cierta empresa.
Uno de los aspectos que encontró que se debía mejorar estaba relacionado con la
necesidad de incentivar el trabajo en equipo. Un gerente dijo: ¡Qué obvio! Entonces,
la empresa empezó a comunicar la importancia de trabajar en equipo, pero nada
cambió.
Se ha hablado
mucho de la importancia que tiene trabajar en equipo. Es bien conocido que para
hacer transformaciones fundamentales sólo se pueden realizar a través del invaluable
aporte de muchas personas. Sin embargo, en la práctica no es tan fácil trabajar
en equipo. ¿Por qué? ¿Cuáles son esas barreras que nos limitan la generación de
resultados extraordinarios?
Una perspectiva
de esta explicación reposa sobre nuestra autoestima. Por un lado, el ego nos
puede jugar una mala pasada. Qué difícil es reconocer que no podemos hacerlo
todo y que otras personas pueden hacer alguna actividad mejor que nosotros. La
baja autoestima nos hace creer que tenemos que mantener nuestra apariencia de superhéroe
y no reconocer que otros pueden generar contribuciones sorprendentes a un
proyecto o a un sueño. Además, tener un sueño nos hace creer que es sólo nuestro
y no podemos compartirlo con otras personas.
En este sentido,
si bien las empresas pueden generar un ambiente que incentiva el trabajo en
equipo, hacerlo implica una decisión personal. Por ello, cuando tengamos un
gran reto frente a nosotros necesitamos recurrir a nuestra autoestima sana y
equilibrada para apartar el ego de nuestro camino al éxito. De esta manera,
podremos compartir nuestros sueños con otras personas, transformándolos en un
norte compartido que invita a todos a contribuir desde sus talentos
individuales a un objetivo común.
Por Ing. Priscila Villanueva