Los juicios hablan de mí.


La semana pasada iba subiendo en el ascensor del edificio donde vivo y me encontré con una joven pareja que venían hablando entre ellos y les escuché la siguiente frase: “…mi jefe es un incompetente, profesionalmente, por lo que no tiene el nivel para asumir el cargo que tiene…”, expresado con una corporalidad firme, voz alta, ceño fruncido y movimientos de las manos reflejando seguridad y certeza en la sentencia que había dicho.

Este episodio me dio pie para reflexionar en el tema de los juicios y la importancia que tiene en nuestras vidas. Recordé como los juicios dictan y nos dan sentido a nuestras vidas, conocido es que en los juicios está el sabor de nuestra existencia, sin nuestros juicios tendríamos una vida sin sentido. He aquí la importancia de entender este acto lingüístico.

Se define un “juicio” como la facultad del alma que permite distinguir entre el bien y el mal, o entre lo verdadero y lo falso. Desde el punto de vista ontológico los juicios son declaraciones que tienen la capacidad de cambiar o transformar mundos. En este sentido, los juicios juegan un rol determinante en los resultados que obtenemos como individuos, a nivel profesional, familiar y cualquier dominio en el cual nos desenvolvemos. 
  
La ontología de lenguaje nos brinda una mirada maravillosa sobre los juicios, el cual se basa en el planteamiento de que no existe una verdad o realidad absoluta. En efecto, los estudios realizado por el Profesor Humberto Matura, investigador científico que sentó las bases de la biología del conocer, han demostrado que el ser humano está determinado por su estructura, esto significa que nuestra realidad, tal cual como la percibimos, está dada por nuestra estructura biológica y no por una realidad externa como tal.

Al entender lo anterior, podemos afirmar que cada vez que emitimos juicios NO describimos al mundo externo, más bien describimos cómo nosotros estamos percibiendo al mundo. En otras palabras, usamos los juicios para describir nuestro propio mundo y no al mundo externo que como una realidad única no existe.

Traigo a reflexión este tema por su importancia e impacto que tienen nuestro juicios sobre los resultados de nuestras acciones diarias, motivo por el cual los invito a reflexionar acerca de cómo están gerenciando sus propios juicios, recordando que no describen a una realidad absoluta, sino más bien describen su propio mundo.

Hay una frase que se usa con frecuencia en el mundo del coaching: “No metas tus peces en mi pecera”, cada vez que emitas un juicio negativo sobre alguien, hazlo con afirmaciones para fundamentarlo adecuadamente.

Así entonces, en un caso similar al del ejemplo inicial de la joven pareja, más bien yo me preguntaría: ¿mi jefe es un incompetente o lo soy yo?


Por Ing. Andrés Villanueva